Esta mañana, aprovechando el sol, mi hijo pequeño y yo estuvimos jugando con pompas de jabón en el jardín.
Caí en la cuenta, mientras le enseñaba a soplar suave a través del aro, que no sólo estaba viviendo una experiencia divertida, sino que exclusivamente estaba viviendo eso. Concentrada en el aire que exhalaba despacio mientras se iba creando una burbuja transparente que alzaba el vuelo y explotaba. No había planes, listado de tareas, asuntos pendientes, preocupaciones, recuerdos ni problemas. Ni siquiera reparé en las abejas que andaban por ahí.
Únicamente existían las pompas, la alegría de Víctor cuando lograba crear una y ese sol bañándonos las risas.
Únicamente existían las pompas, la alegría de Víctor cuando lograba crear una y ese sol bañándonos las risas.
Nos sentíamos pletóricos. Ha sido uno de esos momentos en los que te conviertes en un ser feliz, henchido de una profunda alegría por un hecho sencillamente especial.
Una de mis actividades, y espero que la disfrutes tanto como yo, abocada a la atención plena y el vivir el momento presente es estar atento, durante el día, a uno de esos instantes en los que normalmente no reparamos pero que, si nos dejamos llevar, podemos sentir cada vez con más profundidad y beneficio para el alma.
Ese paseo que das con tu hijo mientras hueles el azahar de los limoneros en flor, esa intimidad con una amiga en tu cocina mientras te abre el corazón para una confidencia, esa ducha que disfrutas sin prisa mientras suena en la radio de tu baño la canción que tanto te pone las pilas...
Puedes empezar con una ocasión al día cada día. Puedes apoyarte en una cámara de fotos y retratar el momento, es una terapia maravillosa el repasar semanalmente las fotografías y ver cuántos ratos sencillos y felices son parte de nuestra cotidianidad. Y cuánto de bueno somos capaces de pasar por alto en pos de seguir encerrados en nuestra cabeza, con nuestros planes, preocupaciones y fantasmas.
Cada día es como una de esas pompas, nace y crece con el fin de que te regodees en él, que lo disfrutes y lo vivas, porque tiene un tiempo reducido de supervivencia y se diluye sin más.
El momento siempre es hoy.
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Que hermoso, esas son las pequeñas grandes cosas que el coaching nos hace descubrir y nos damos cuenta que con que poco podemos estar vivos y felices.
ResponderEliminarhermoso..esa es la tan buscada felicidad que hablan por ahí
ResponderEliminarGracias, Margarita y Carolina. Como bien dicen, pequeños momentos felices.
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