Cuando menospreciamos las emociones

A Víctor, de seis años, se le ha salido el manubrio de la bicicleta justo antes de arrancar. No me he visto capaz de arreglársela, así que volvimos a casa.
Lloraba mientras tanto y le pedí que dejara de hacerlo. Intentaba explicarle que tuviera paciencia hasta que consiguiera las herramientas adecuadas.
-Es que no te gusta que llore, mami?
-No, no me gusta verte llorar -le respondí
-Es que acaso está prohibido llorar? -Dijo comenzando a enfadarse.
-Claro que no -Balbuceé. Y me asaltó un torrente de recuerdos e ideas sobre la educación, la inteligencia emocional, las tristezas infantiles no tenidas en cuenta, los motivos de los niños y ese saber estar tan particular que tienen.

Nos pasamos la vida diciendo a nuestros hijos qué hacer y qué no, cómo comportarse, previniéndoles de los peligros, dejando que experimenten sólo bajo supervisión y se expresen bajo mínimos porque no les permitimos sacar la rabia, la tristeza, la impotencia. No se grita, no se escupe, no se agrede, no se pelea, no se dicen ciertas cosas a la gente.....
Pero tampoco les enseñamos a expresarse con competencia, ni a identificar emociones y gestionarlas con salud. No les enseñamos a obtener otras respuestas ante sus sentimientos, sólo les regañamos por las que dan.
No les enseñamos a conocerse, a desplegar su potencial. Si van mal en matemáticas y excelente en lengua los apuntamos, como decía el cuento sufí, a clases de recuperación de matemáticas en vez de alimentar sus gustos por las letras con actividades afines a sus intereses.
  
Preferimos que se entrenen en idiomas antes que en habilidades sociales. No les enseñamos a ser asertivos sino a defenderse. Y les damos capacitación académica pero no para la vida. Los apuntamos en veinte actividades pero ninguna conlleva el servicio a otros, y muy temprano, los adiestramos a conseguir recompensa material: si no, no hay gloria.
Así repetimos respuestas automáticas aprendidas, son los mismos resortes que se activan.
No sólo les enseñamos lo socialmente indecoroso que resulta llorar o mostrar nuestras emociones, lo peor es que les inculcamos la inutilidad o el no-derecho de sentir ciertas cosas.

"Tú eres el arco del cual tus hijos, como flechas vivas, serán lanzados.

Deja que la inclinacion en tu mano de arquero
sea para su felicidad."   
Kahlil Gibran

8 Comentarios

  1. muy lúcidas tus ideas. Tenemos mucho que aprender como padres y personas.
    Bea.

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  2. Hola, nos ha gustado mucho el artículo porque de una manera sencilla, con un ejemplo, enseguida hace que te percates de cómo coartamos los adultos la expresión de las emociones, casi sin darnos cuenta. Y sin embargo, estoy casi segura que el mundo sería un lugar mejor si escucháramos nuestras emociones y la de nuestros vecinos.
    Un saludo,
    Begoña
    www.artmemori.com

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  3. Hola, Bea: gracias por tus palabras y te doy la razón, siempre aprendiendo para mejorar, sobre todo cuando educamos.
    Un abrazo.

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  4. Gracias, Bego: yo creo que una de las cosas más importantes que mueve a las personas (apartemos un momento la mirada en el dinero como primera respuesta) son las emociones (energía en movimiento)
    Muy interesante tu web y la temática del duelo que trabajan.
    Un abrazo.

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  5. Es un relato sumamente emotivo y escrito con sencllez. Dices cosa muy acertadas y con pleno conocimiento de lo que sucede con los niños en "crianza". Coincido totalmente con vos en eso de las prohibiciones y la amplitud de activiades que hace que el niño viva más en el mundo de la sociedad de consumo que el del disfrute de la vida; no obstante en el andar te surgen "montañas de dudas" ¿como no decirle a un peque que no debe hacer esto o aquello? ¿como lo preparo para enfrenar esta sociedad tan competitiva y agresiva? Desde ya que no llenarlo de cursos para aprender a bailar, idiomas, dibujo y pintura, deportes, etc. Todo a la vez. Las exigencias de las madres para que sus niñas sean modelos, las presenten en televisión y otras csas por el estilo. Que los varones sean todos Messi o del Potro. ¿Y cuando pueden recorrer las sierras, (caso Tandil), juntar piedritas, mojarse los pies en el arroyito. Eso emocional- que vos describes muy bien. Realmente que hoy hay serias dificultades para criar niños - que como bien dices, pueda llorar o reir constantemente dando soltura a sus emociones.
    Te felicito por el relato. me emocionó.
    Abrazos mil

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  6. Es que somos aprendices, educados por aprendices e intentando educar a otros aprendices... y antes que hayamos podido acaso sentir que hemos terminado bien nuestro trabajo... ¡ellos ya estarán intentando educar a los nuevos!

    Parece mentira pero así ha funcionado la humanidad desde que existe. Alguna vez escuché o leí que "quién esté más consciente, tiene la responsabilidad moral de mejorar las cosas y contribuir a la evolución general".

    Lo que has escrito, Claudia -y al igual que todo lo tuyo- es como un "despertador mental". De vez en cuando es bueno despabilarse un poco y preguntarse ¿cómo puedo hacer las cosas mejor? Gracias!

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  7. Querida Elba: gracias por compartir pareceres. Es indudable la montaña de dudas que nos asaltan siempre, y que quizá exigimos demasiado en nuestro afán de "prepararlos", pero eso es lo fascinante de nuestro propio aprendizaje como padres, la capacidad de cuestionarnos y reflexionar sobre cómo lo hacemos y cómo lo podemos hacer mejor.
    Un abrazo.

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  8. Gracias, Pablo! Creo que el auto-análisis es la clave de la superación y la evolución personal.

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